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2021: El futuro fracturado

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    LaLlamaFinanciera
  • 25 ene 2021
  • 4 Min. de lectura


Por: Jorge Eduardo Arzabe Mendieta (Columnista)



Vivimos en un momento de disrupción y complejidad. Los riesgos trascienden fronteras y poblaciones, y la voluntad colectiva para abordar estos desafíos se ve amenazada por la magnitud de dicha tarea. Es así que el Foro Económico Mundial (WEF, 2021a) publicó la semana pasada (19 de enero de 2021) la décimo sexta edición de su reporte anual The Global Risks Report (Reporte de Riesgos Globales) como parte de su iniciativa Global Risks (WEF, 2021b). Dicha iniciativa desarrolla diferentes documentos académicos que identifican y analizan los riesgos globales críticos y los comunican tanto a las partes interesadas como al público en general. Este artículo pretende realizar un breve análisis del reporte y abrir la curiosidad del lector a esta temática.

  • Sobre el reporte:

La décimo sexta edición del Reporte de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial reúne los resultados de la última Encuesta de Percepción de Riesgos Globales (GRPS, por sus siglas en inglés). Este analiza los riesgos de las denominadas «fracturas sociales» que se manifiestan a través de riesgos persistentes y emergentes; como las deficiencias en el sector de la salud, el desempleo, la desilusión de los jóvenes, y la fragmentación geopolítica, que será críticamente frágil durante la próxima década. A mediano plazo, la economía mundial se verá afectada por los efectos colaterales del coronavirus. Las empresas enfrentan la reorganización de sus actividades, en muchos casos, de manera tan poco planificada que puede no incluir a los trabajadores o las nuevas tendencias digitales del mercado. Al igual que en reportes anteriores, el riesgo medioambiental sigue siendo una amenaza latente que, sumado a todo lo anterior, puede traer graves consecuencias.

  • Cambia todo cambia.

El 2020 fue un año devastado por la pandemia mundial, la recesión económica, la agitación política, la pérdida de empleos, la abrupta caída de los mercados, la cuarentena, y una cada vez más grave crisis climática. Uno de los principales cambios con relación a los riesgos del año pasado fue el provocado por la pandemia del COVID-19. Este año, el riesgo que presentan las enfermedades infecciosas se ubica en el número uno, mientras que en el reporte del año pasado ocupaba un décimo lugar, dadas sus consecuencias y pérdida de oportunidades para una gran parte de la población. Los costos humanos y económicos de la pandemia amenazan con reducir años de progreso en la reducción de la pobreza y la desigualdad, frenando el desarrollo económico y dañando aún más la cohesión social y la cooperación global; a la vez que, el desvío de recursos para frenar los sus efectos paliativos pueden interrumpir la ejecución de otros proyectos futuros (WEF, 2021c).

  • Contenido e impresiones breves.

Durante el 2020, el COVID-19 puso en evidencia una realidad desoladora: La baja o nula preparación del mundo ante riesgos de escala global. Las disparidades en atención médica, educación, estabilidad financiera y tecnología, han llevado a que la crisis afecte de manera desproporcionada a ciertos grupos y países. Por un lado, la devastadora pérdida humana. Por otro, los impactos para la economía y la salud a largo plazo que seguirán teniendo consecuencias muy negativas; pues la onda expansiva económica de la pandemia aumentará inmediatamente la desigualdad, pero también puede hacerlo una recuperación heterogénea (WEF, 2020a). Si bien muy pocos podían aproximar en su momento los devastadores efectos que tendría la pandemia, muchos de los cuales permanecerán en la memoria colectiva por los limitados medios y los insuficientes recursos para hacerles frente, es innegable que esta situación causó una mayor atención al estudio y medición de riesgos para la preparación de planes inclusivos que permitan la resiliencia social y económica ante este tipo de escenarios.


A pesar de dichas consecuencias ineludibles, son los asuntos climáticos los que constituyen gran parte de la lista de riesgos de este año, siendo que el reporte las describe como «una amenaza existencial para la humanidad» eso sin ser considerados como «los más probables y con mayor impacto a largo plazo». A corto plazo, las enfermedades infecciosas, la crisis de los medios de vida, la desigualdad digital, y la desilusión de los jóvenes, son amenazas para los próximos dos años. Mientras que a mediano plazo, en los siguientes tres a cinco años, la explosión de burbujas de activos, la ruptura de la infraestructura de tecnologías de información, la inestabilidad de precios, y la crisis de deuda, fueron problemas identificados como las mayores amenazas. Finalmente, a largo plazo se expresa la preocupación por la proliferación de armas de destrucción masiva, el colapso del Estado, la pérdida de la biodiversidad, y los avances tecnológicos adversos (ver cuadro 1: Principales riesgos 2021).


Cuadro 1: Principales riesgos 2021



Fuente: Elaboración propia, en base a datos del WEF (2021a).

  • ¿Y ahora qué?

A pesar de algunos ejemplos notables de determinación, cooperación e innovación, los expertos analizan cuatro áreas clave de la respuesta al COVID-19: Autoridad institucional, financiamiento de riesgos, recopilación e intercambio de información, y adquisición de equipos y vacunas; extrayendo cinco dominios claves para el éxito de este tipo de políticas: Toma concertada de decisiones gubernamentales, mejores y mayores medios que aseguren la comunicación pública, mejorar la capacidad del sistema de salud, fortalecer la gestión de bloqueo y facilitar la asistencia financiera a los vulnerables (WEF, 2020a). Finalmente, el reporte apunta a que existen cuatro oportunidades de gobernanza para fortalecer la resiliencia general de países, empresas y la comunidad internacional:

  1. Formular marcos analíticos que adopten una visión holística y basada en sistemas de los impactos de riesgo.

  2. Invertir en «campeones de riesgo» de alto perfil para fomentar el liderazgo nacional y la cooperación internacional.

  3. Mejorar la comunicación de riesgos y combatir la desinformación.

  4. Explorar nuevas formas de asociación público-privada sobre preparación ante riesgos.


  • Comentario final:

Escenarios que en el pasado parecían tan lejanos, pero con los que tendremos que convivir y proyectar en nuestro futuro. A pesar de la incertidumbre generalizada, en un contexto cada vez más cercado con los riesgos y sus efectos, es posible que estas lecciones puedan fortalecer la respuesta y resiliencia de gobiernos, empresas y sociedades, donde la cohesión parece más importante que nunca. Aún queda mucho que decir y analizar sobre este tema, sin embargo, se dejan algunas impresiones, perspectivas y herramientas con la intención de motivar al lector a sacar, como siempre, sus propias conclusiones. Como sociedad, ¿estaremos preparados para enfrentar lo que se viene?


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