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Artículo de opinión


Por: Diego Clavijo


Esta semana y la anterior, las ciudades capitales reportaron una serie de “embotellamientos” de tráfico vehicular. Primero por el día del mar y la reivindicación marítima, un evento donde “celebramos” (de forma extraña), la pérdida de la salida al Océano Pacífico con Chile, mientras que por otro lado, los maestros bloquearon puntos centrales de las ciudades, o como en La Paz, que es donde se registraron enfrentamientos entre estos y la policía.


Si bien los maestros y el Gobierno entraron en una “tregua” (a pesar que se mantuvieron los bloqueos), lo cierto es que muy poca gente sabe sobre las causas para este conflicto y las exigencias de los educadores. Así que en la Llama te explicamos un poco lo que está pasando en el país.


Los maestros, tanto urbanos como rurales, salieron a las calles desde enero exigiendo la abolición de la nueva malla curricular que preparó el Ministerio de Educación desde este 2023. Además, a medida que fueron creciendo las protestas, los maestros comenzaron a solicitar más exigencias; desde la jubilación completa, la creación de nuevos puestos de trabajo para maestros desempleados, más presupuesto para el sector educación, entre otras. Estas son respaldas por ciertos comités cívicos, padres de familia y bloques de oposición al Gobierno.


Ahora bien, vamos a analizar la chispa inicial, la famosa “malla curricular” actualizada, que tiene nuevas implementaciones como técnicas manuales, origami, ajedrez y sexualidad, y es este último punto el que más revuelo causa, ya que muchos se oponen a que se impartan ciertos temas sexuales en niveles más bajos a los que usualmente se imparte en Bolivia, sobretodo por parte de grupos religiosos.


Lo cierto es que son 60 nuevos contenidos en todas las materias, las cuales, según el gobierno, tratan de alinearse a las nuevas exigencias y realidades universales, además de apegarse a la ley Avelino Siñani, y que sirve como una nueva forma de enseñanza para los estudiantes, mientras que para el magisterio, es una forma de adoctrinar a los niños y jóvenes, al tratar temas como lo sucedido en 2019. Además, según los educadores, esto implica mayor trabajo, y como ejemplo tenemos la polémica con las lenguas originarias, las cuales se tratan de aplicar a otras asignaturas como literatura sin capacitar previamente a quienes impartan estas clases, añadiendoles más funciones.


Entendido esto, podemos darnos cuenta que estamos frente a un “problemón”, y que en lo económico tampoco pinta bien. Lógicamente, lo primero que se nos puede venir a la mente son los efectos de los paros, los cuales pueden afectar severamente a la economía mientras se realizan bloqueos. Además, el hecho de paralizar sectores como el centro paceño, o la Blanco Galindo en Cochabamba, nos muestran los efectos que pueden tener en estas ciudades, lo que es un aviso de lo que podría ocurrir más adelante. Sin embargo, el cambio de una nueva malla curricular y sus modificaciones, le implican al estado un gasto económico alto, aunque las exigencias de los maestros no se quedan atrás, ya que se exige más presupuesto para este sector (no se dice cuánto más), pero que se supone es más de 10,8% actual, y que está mucho detrás del gasto público en general.


Es respecto a las lenguas originarias donde podemos comenzar a comparar a esta propuesta de malla curricular con la del 2012, que es la que actualmente se manejaba. En la de 2012, sirve para el conocimiento de las culturas indígenas, mientras que en la actual ya se pretende instaurar en las diferentes asignaturas, como ya mencionamos. En la de 2012, mientras se hace énfasis en “los saberes y conocimientos de los pueblos y naciones indígenas; las propuestas pedagógicas críticas de Vigotsky”, la de 2023 trata de proporcionar elementos más históricos y culturales, para así darle mayor identidad en el carácter científico humanístico, histórico y en las aptitudes comunicativas trilingües (Página Siente).


Siguiendo con las diferencias, donde más radica el conflicto se centra en ciertos contenidos de ciencias sociales, donde en 2012 habla de forma general sobre los acontecimientos históricos, en 2023 habla de las “consecuencias de la dictadura de Banzer y el imperialismo norteamericano”, tocando temas que antes no se tocaban, como el Plan Cóndor, las dictaduras militares y una “interrupción en el periodo constitucional en 2019”, según la malla propuesta, que fue el punto de mayor reclamo por parte de opositores por este último término, y que exagerado por otros.


Depende de cómo uno lo vea, todas estas exigencias pueden ser justificadas, ¿y recuerdan que había tocado el tema de aumentar funciones a los maestros?, pues ahora ellos exigen capacitaciones, y es entendible, a pesar que implica un costo económico en el mismo, al ser necesario para implementar la nueva malla en su avance, además de exigir que la malla sea dialogada, y exista una capacitación a los profesionales para su correcta implementación.


Sería irresponsable apuntar contra unos y otros, sabiendo que esta malla, esté bien o mal, debía ser consultada y orientada en favor de los maestros, y aunque represente un problema logístico y un gasto económico actual, se supone que esto es en favor de los estudiantes.


Sea como sea, el diálogo es el camino práctico para resolver este problema, siempre recordando que los cambios son buenos para la educación, pero esta debe ser implementada de forma correcta, induciendo a quienes impartirán las clases, consensuando su contenido e implementándola de forma paulatina. Ah, y por si se nos olvidaba, cuidando la parte económica, que no se nos olvide que fueron los padres de familia quienes ya tuvieron que terminar de pagar a los maestros para que no se clausure el año escolar, en el último tiempo. Por lo demás, tendremos que soportar los embotellamientos un poco más.



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