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¿Crisis? Saca la vieja confiable… ¡Vieja sal de aquí!

  • Foto del escritor: LaLlamaFinanciera
    LaLlamaFinanciera
  • 21 nov 2020
  • 2 Min. de lectura

Por: Miguel Morales Gutierrez



El lema de que Bolivia sobrevivió a la crisis mundial del año 2008, prácticamente pasó de ser una noticia positiva a un credo pseudo político-religioso. El milagro económico de la región fue aclamado y aplaudido. Permitiendo que durante la nueva crisis a raíz de la pandemia del COVID-19 este año, diera como respuestas que sin el anterior modelo de gobierno no sobreviviremos. Una frase un poco apocalíptica, pero es necesario evaluar dicha receta “milagrosa”, puesto que es prácticamente seguro que será nuevamente aplicada.


En pocas palabras, el modelo que sustentó a esto se basaba en tres fundamentos. El precio internacional de los hidrocarburos, la promoción al ahorro y finalmente la estabilidad para fomentar la equidad social. Traduciendo las palabras, la demanda de hidrocarburos a buen precio, nos daba más platita. Al fomentar la “Bolivianización”, se promovieron créditos y estabilidad al sector financiero. Y la reducción de la pobreza, aumentó directamente al consumo de bienes y servicio, he aquí donde Keynes estaría en plena tertulia económica.


Sin embargo, no todo lo que brilla es oro, porque si aplicamos metodologías como la de vectores autorregresivos estructurales (VAR) de Blanchard y Quah, entre otras. Vemos que el hermoso escenario, que pasa cada segundo por publicidades, pierde su sustento en dos por tres. Donde se muestran variables como el PIB y los precios, dando resultados como inflaciones negativas y sobre todo tasas de crecimiento que se alejan de la realidad. Es decir, aplicando otros tipos de modelos, quizás el crecimiento hubiera sido mayor al del promedio del 3,5% (INE hasta desde 2008 a 2019). Puesto que en Bolivia, el golpe no fue a corto plazo, si no lo será a largo plazo. Y un síntoma, que lo pasamos casi desadvertido, fue cuando los precios del WTI volvieron a caer en 2014, 2017 y 2020. Donde rápidamente se contrajo nuestra economía, pero bueno, que exista una disminución de 2 a 1 no es tan criticado como si este fuera 0 o negativo.


Pero evaluemos al nuevo escenario. Tenemos sistemas de salud colapsados, especialmente en ciudades, crisis climática, malestar social debido a altos niveles de desigualdad de ingresos, desigualdades de género y raza, y la necesidad de un contrato social nuevo y más equitativo. Porque nos espera un nuevo mundo, donde los modelos dependen menos de las manufacturas importadas, menos consumo de recursos no renovables, y tendremos que promover regionalización y posterior la integración regional. Resultando en nuevas cadenas globales que no se enfoquen en un solo centro y tampoco ser tan dependiente de precios de commodities controlados por mercados externos.


Ahora bien, empleando las palabras de CEPAL, “el nuevo green deal” no se adapta muy bien a nuestra receta tradicional. Porque dependemos de la explotación de un recurso, tenemos centralizada nuestra economía y poder. El ahorro, ya no es tan ahorro, porque en Bolivia enfermarse es sinónimo de perder algún órgano vital, y ahora con una pandemia y un débil sistema de salud, bueno ya saben el resultado. Y frente a un aumento de la tasa de desempleo y temores a especulaciones, serán los otros ingredientes para hacer más difícil nuestra lucha contra la equidad. La mecha ya está encendida, ahora tenemos que ver si la apagamos o explotamos todos.


Hasta la próxima.


Atte: La Llamita financiera


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