Cuando la “V” azulada se convierte en roja
- LaLlamaFinanciera
- 22 jul 2021
- 4 Min. de lectura

Por: Diego Clavijo
Todo verdadero amante del fútbol, no disfruta la situación actual de San José, sea hincha de cualquier equipo boliviano.
San José, un histórico del fútbol nacional, atraviesa un momento económico delicado, que no es reciente y que ha sido motivo de polémicas a lo largo de los últimos años, sobretodo, la quita de puntos en este torneo, donde el club orureño comenzó la División Profesional con –9 puntos, y que a la fecha de escrito este artículo, tiene 14 puntos de diferencia con su inmediato superior, Real Potosí; pareciera ser que el descenso es inminente para el “Santo”.
La situación es así: San José debe un total de $us. 5 millones, según Futbolmanía. La deuda proviene de deudas a jugadores de gestiones pasadas, como a entrenadores de la institución, y otras deudas a la FIFA, que trascienden los 3 millones. Esta deuda se arrastra desde que el club contaba con plantillas costosas en sus últimos años exitosos, donde destacaban figuras como las de Carlos Saucedo o Carlos Lampe.
Entre tantas “idas y vueltas” el presidente Sebastián Bueno, se había comprometido en mayo a cancelar todas las deudas hasta diciembre, siempre y cuando, resulten los programas de rescate al club, como una inversión externa y un programa de captación de socios. Sin embargo, la pasada semana este personaje renunció a su cargo, dando a entender que la situación es insostenible.
Bueno, quien había anunciado un plan para salvar el club, con el intento de crear carnets de socios que iban desde 10 hasta 1000 dólares (Furgor), el cual parecía ser una idea innovadora, mas parece no haber tenido éxito evidenciado por su renuncia.
A este punto, el desahucio del club parece una realidad cercana, así como su descenso y una posible desaparición, lo que hace unos años (más en concreto, el 2018, cuando el club salió campeón nacional) parecía imposible.
Pero, ¿cómo es que San José llegó a este catastrófico punto?
A pesar de las críticas a las dirigencias más recientes, el club arrastra deudas con figuras del club y entrenadores de la talla de Eduardo Villegas u Omar Assad, y los premios de la clasificación a Copa Libertadores de 2019 parecen no haber ayudado.
También, el club tiene deudas con entidades nacionales como Impuestos Nacionales o la Autoridad de Juegos, que de hecho, clausuró la sede del santo a inicios del mes (Los Tiempos), entre otras instituciones. Ni siquiera la Gobernación o la Alcaldía de Oruro pudieron ayudar al club que es símbolo de aquel departamento.
Mientras tanto, la polémica crece debido a las acusaciones sobre la responsabilidad de la situación actual del club, en la que están involucrados ex dirigentes que ahora se enfrentan a la justicia, como es el caso de Wilson Martinez, ex presidente del club que se encuentra privado de su libertad y con varios juicios de por medio. Mientras tanto, nadie se quiere hacer cargo del club, que en 2021 cambió hasta tres presidentes y que a la fecha, las deudas se siguen acrecentando.
Si uno analiza de cerca la situación del club orureño, se la puede relacionar con otros clubes que también llegaron a ser representativos de sus departamentos, como el caso de Universitario de Sucre o Unión Central en Tarija, quienes tuvieron que descender, o peor aún, clubes como La Paz FC o Real Mamoré en Beni, que tuvieron que desaparecer directamente. Podemos deducir entonces, que este problema no es nuevo en el fútbol boliviano.
Respecto a esto último, clubes como Blooming o Real Potosí acarrean deudas con sus jugadores actualmente, y esto se repite en la mayoría de los equipos del país, que como ya se vio previamente, tienen problemas económicos que derivan en huelgas y protestas por parte de sus plantillas.
¿Es acaso la pandemia responsable de este problema entonces? Sí, pero la de los dirigentes, ya que esto no es nuevo. Si se revisan los antecedentes económicos de los clubes de nuestro país, se podrá evidenciar que NINGUNO se salvó de entrar en una crisis, el mismo San José ya la atravesó, aunque no con tanta fuerza como sucede ahora.
Mientras tanto, el cuatro veces campeón del Fútbol Nacional, San José, tiene que afrontar lo peor. Como siempre, quienes pasan la peor parte son los hinchas, que siguen incondicionalmente a esta institución tan dañada por los intereses personales de ciertos dirigentes, con miras a que el club puede ser desafiliado como sucedió hace poco con Sport Boys Warnes, y que lo mejor que le puede pasar al club (dentro de lo realista) sería descender, así como ya le pasó en 1999, una página negra para el fútbol de Oruro.
San José, uno de los equipos más taquilleros, no ha ganado a ningún club en lo que va del torneo, y luciendo su camiseta histórica de la “V azulada”, que de hecho, no tiene auspicios como en años pasados, tendrá que pagar la deuda de malos manejos de varios personajes, quienes aún se encuentran en el anonimato general.
De nuevo, el fútbol en números rojos. De nuevo, San José, el único liguero de Oruro, uno de los históricos clubes del profesionalismo, quien a estas alturas, parece no tener solución. Pobre San José, que se viste de rojo, pero esta vez no por la bandera de Oruro.
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