Efectos del bono contra el hambre
- LaLlamaFinanciera
- 15 dic 2020
- 5 Min. de lectura

A estas alturas, el bono contra el hambre ya parece ser algo asimilado por todos nosotros, sin tener repercusión alguna más que un inmediato alivio a la economía y a nuestros gastos, al final, qué persona en su sano juicio moral no estaría de acuerdo con acabar el hambre y las repercusiones negativas de esta pandemia ¿verdad? Pero tal vez pueda convencerte unos momentos de volver a repensar las repercusiones, o consecuencias no intencionadas, de dicho bono sobre la economía. En las palabras de Milton Friedman “Uno de los grandes errores es juzgar las políticas y programas por sus intenciones más que por sus resultados.” Llega a ser casi una necesidad cuestionarnos la solidez que esta medida representa en el corto plazo para aliviar un shock exógeno, como también las repercusiones en el largo plazo.
Recordemos que los efectos más urgentes a atender por todas las economías son, la contracción de la oferta laboral y la contracción del aparato productivo. Sin empleos, la producción llega a tener niveles relativamente bajos, y sin producción no hay suficientes bienes ni servicios que puedan ser consumidos en la economía para abastecer las necesidades. Entonces nos encontramos con lo que se conoce como una brecha recesiva.
En este sentido, el presidente Luis Arce, siguiendo una disposición que empezó con la iniciativa de la ex presidente Jeanine Añez a través del entonces llamado “Bono Salud,” aprobó el jueves 12 de noviembre de 2020, el bono contra el hambre a través de “créditos del Banco Mundial (BM) y Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que suman 704 millones de dólares” como se reportó en la plataforma Noticias de América Latina y el Caribe; todo con la intención de reactivar la demanda interna. Esta fue una respuesta al apagado aparato productivo que el Instituto Nacional de Estadística (INE) reportó, en el cual se acierta que la contracción económica, medida a través de la variación porcentual del PIB, está en un promedio de -6.23%, según datos consultados del Banco Central de Bolivia, la CEPAL y el Banco Mundial. Como podemos analizar a partir de esta medida, una de las respuestas a este problema se da a través de la dinamización de la demanda agregada según el modelo neoclásico keynesiano que se plasma en un incremento del gasto, como el presidente lo está haciendo. La brecha recesiva en la que se encuentra el país está caracterizada por menos crecimiento del PIB, más desempleo y menos inflación, y una vez que el multiplicador keynesiano empiece a funcionar por el incentivo al gasto dado, la demanda agregada sube hasta llegar a un punto de cerrar la brecha en donde se encuentra con el PIB potencial o niveles normales del funcionamiento de la economía, al menos en el corto plazo.
Parece que todo estuviera en orden ¿no? pero, realmente hay otras cosas que también debemos tomar en cuenta al momento de plantearnos la reactivación. La contracción del crecimiento del PIB, no debería ser tratada como un fenómeno monetario a través de políticas monetarias expansivas que multiplican el gasto. Además de incurrir en mayor deuda internacional, sumada al déficit en la balanza de pagos que ya se tiene, debemos recordar que el mayor dinero que la gente poseerá no será como consecuencia de un aumento en el nivel de producción, como naturalmente pasaría, sino por una disposición inorgánica. A medida que los agentes económicos tienen más posibilidad para gastar, el aparato productivo seguirá sin producir. Esto es conocido como “demand pull inflation” cuando se tiene más dinero que los bienes que están en circulación.
Los efectos sobre el nivel de inflación también serán notorios pero no tan preocupantes. Es igualmente necesario que se analice si el segmento de la población a la que esté dirigido este bono, gastará en su mayoría en bienes y servicios de la canasta familiar medidos en el IPC, considerando que una gran parte de los beneficiarios son estudiantes que no se encuentran en el mercado laboral, y que tienen sustento a través de sus familias; siendo así, que este dinero del bono no esté dirigido a ,bienes y servicios de la canasta familiar. Esto resultaría en que dicho gasto planeado por el gobierno no se contabilice en el IPC, descontándolo como inflación y cómo dinamización. Sería entrar en un campo de especulación sin embargo, el acertar que todos los estudiantes beneficiarios estén en la situación descrita.
Hasta ahora ¿Te parece que el bono todavía sigue siendo una medida sólida? Entremos a los efectos a largo plazo entonces.
El efecto natural de esta contracción económica sería la reducción en el nivel de empleo, como se está dando, a medida que también se reduce el nivel de precios porque la demanda también se contrajo. Esta reducción de precios no es tan deseable, dado que el segmento de la población desempleada tampoco tendrá los ingresos necesarios para consumir a estos menores precios. Naturalmente, la tasa natural de desempleo está caracterizada por desplazamientos en el mercado laboral, ya sea por innovaciones tecnológicas o por mayor grado de especialización en alguna actividad económica. La tasa de desempleo hoy en día no está caracterizada por esto debido a que la reducción de empleo se dio por medidas “necesarias” para controlar el virus (restricciones o cierres forzados de negocios). Entonces esto significa que el segmento desempleado podrá reintegrarse una vez que ciertas restricciones se levanten y la confianza de la población vuelva, para retomar la demanda previa a la pandemia y el nivel de empleo. El bono en este sentido, lo que estaría causando a largo plazo, es el aumento de la demanda del consumidor en el corto plazo por bienes y servicios que no están siendo producidos con sus niveles normales de producción. El incremento artificial en la demanda aumenta los precios, pero tomando en cuenta que el nivel de desempleo sigue siendo alto. Este es uno de los primeros desfases que presenta la economía en el largo plazo y que deberá ser atendido con otras medidas que arreglen las consecuencias del bono, y así sucesivamente.
El problema aquí, radica en ver a la economía como algo estático y abstracto en la cual solo a través de políticas económicas monetarias y fiscales se puede cambiar el nivel de equilibrio. Debemos, una vez más, mencionar que la economía está compuesta por la relación interpersonal y espontánea de las personas, en las que se empieza a generar un orden extenso a partir de las señales que se captan mayormente a través de los precios, y se termina en un proceso de mercado. Son las personas aquellas que descubren nueva información y son guiadas por los niveles de precios, y no así a través de una mente central que planea todo esto. Solo para ejemplificar este punto, la economía de Uruguay está entre las que menos contracción económica tendrá en la región de Sudamérica y el Caribe, y curiosamente es la que menos presupuesto fiscal tiene asignado para combatir el virus, 0.7% del PIB (La Diaria Económica, 2020). Es decir, que los efectos naturales de las interacciones de las personas corrigen de a poco este shock exógeno. Si bien, algunas medidas llegan a ser necesarias para algunas economías, debemos tomar en cuenta que también son las personas que empiezan a captar señales de mercado y empiezan a adaptarse a las circunstancias, hasta llegar a soluciones que pueden ser más lentas y menos deseables, pero más seguras y con menos repercusiones negativas
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