El mercado como proceso y no como un abstracto mental
- LaLlamaFinanciera
- 1 dic 2020
- 4 Min. de lectura
Por: Pablo Garcia Quint (Columnista)
Si eres estudiante de economía algún rato habrás escuchado esta definición, “El mercado es un lugar físico, o no, en el cual la demanda se encuentra con la oferta haciendo que las personas incurran en transacciones de bienes y servicios”. Indirectamente formamos la concepción de que el mercado es un abstracto con el que podemos lidiar en nuestra vida profesional indirectamente a través de la manipulación de ciertas variables. Sin embargo, la fecundación de esta idea en futuros economistas tiende a ser, lamentablemente, engañosa y dañina. El mercado si llega a ser una interacción interpersonal, pero termina también siendo un proceso de descubrimiento guiado por las señales de los precios, y no un lugar ni un abstracto en el cual todo se determina exógenamente a través de modelos.
En el artículo, “The Genius of Mises and the Brilliance of Kirzner” Peter Boettke explica que en una percepción abstracta del mercado, “...el sistema de precios no puede operar perfectamente, permitiendo que el gobierno mejore estas fallas de mercado”. Sin embargo, Boettke continúa diciendo que “el sistema de precios es importante precisamente porque somos actores imperfectos en un mundo lleno de fricciones, incertidumbre e ignorancia”. Justamente es en el proceso de mercado que nosotros como agentes generamos conocimiento a medida que descubrimos nueva información, saliendo de la incertidumbre e ignorancia. Los precios en este proceso llegan a ser importantes. De acuerdo a Hayek la importancia de los precios radica en que son sintetizadores de información. Un precio alto da la señal de mayor escasez relativa y un precio menor la señal de abundancia. Es tan importante el rol de los precios que inconscientemente los buscamos para obtener mas información. ¿No te pasó que alguna vez estás comprando algo y en otro lugar ves exactamente el mismo producto, pero a un precio menor? ¿O que decidimos cambiar nuestro plan de celular porque una compañía ofrece mejores servicios a un precio menor? Constantemente nosotros tomamos los precios que vemos en el mercado para usarlos como guías en nuestras decisiones. De igual manera es completamente natural ver a empresarios confiar en las señales de los precios para poder guiar las posibles inversiones. Toda estructura de capital, como menciona Boettke, no surge automáticamente como se piensa cuando se manipulan variables y se esperan los mejores resultados, más bien surge como un proceso en el que el empresario puede llegar a ganar o perder potencialmente toda su inversión a costa de descubrir algo que sea rentable y beneficie a la sociedad. Si las señales que envían los precios son poco claras y confusas, en lugar de transmitir información, la asignación de medios para llegar a fines concretos será incorrecta desde un punto de vista de maximización.
Bajo la definición mainstream, al abstraer el mercado, ya no podemos lidiar con él. En una visión opuesta a la explicada previamente, Peter Boetkke en su artículo, menciona que el economista León Walras asumió que el sistema de precios no transmitía todo el conocimiento necesario, los precios serían solamente parámetros que ningún agente puede influenciar. Esto da lugar, y razonablemente, a la necesidad de un ente central que si pueda controlar este parámetro. Los individuos llegan a ser solo variables, al punto de conseguir un equilibrio general a un nivel sistémico. Y la pregunta que no termina de responderse bajo esta visión es ¿Cómo se originan los precios? Los economistas formados bajo esta perspectiva formulan modelos econométricos e inter-temporales complejos para determinar un nivel de equilibrio sin la necesidad de los mismos actuantes de la economía ¡nosotros!
Imagínate ir a cotizar un auto último modelo a un precio bajísimo para darnos cuenta en el momento de la compra que había sido mucho más caro debido a que el subsidio que el gobierno decidió poner sobre este auto para incentivar esta industria, se quitó el día anterior. O invertir en un sector en el que el gobierno está iniciando actividades que se piensa que dinamizarán la economía, para después de un tiempo, chocarse con la realidad que el proyecto es poco rentable. En ese sentido, no descubrimos información, más bien nos confundimos por los precios que están a nuestra disposición porque realmente no mostraron lo que estaba sucediendo en el mercado.
En nuestra realidad podemos fijarnos como una definición tan inofensiva de lo que es el mercado puede repercutir en la forma en que los gobiernos se comportan. En una nota, Página Siete, reporta que el presidente Arce “anuncia que en Diciembre se ‘dinamizará’ la economía”. Si bien dinamizar la economía es necesario, esta percepción puede rastrearse de vuelta a la primera definición de mercado que dimos. Si notamos que la demanda actual parece estar desconectada de la oferta, o viceversa, se tratará de modificar las variables micro y macroeconómicas para corregir dicho desfase, excluyendo completamente el rol de los agentes como perceptores de información y conocimiento. Es así también que en la nota, el presidente anunció que se encargará de optimizar y reactivar la inversión pública para generar empleos. Entre algunas de las medidas a destacar se realizará “el pago del bono contra el hambre”, “impuesto a las grandes fortunas y “reintegración del IVA”.
El problema de dichas medidas ad hoc radica en ver al agente económico como alguien pasivo que no origina cambio (Boettke, 221). Es el estado el que se encarga de corregir el mercado porque es un abstracto que los individuos no pueden afectar. La modelación instrumental de la economía no permite desarrollar al individuo el orden espontáneo que tan útil llega a ser. Las consecuencias sobre el mercado, como el subdesarrollo, la informalidad, la baja competitividad internacional, no son tomadas en cuenta. El prerrequisito para prosperar en los ámbitos macroeconómicos y microeconómicos es la libre interacción entre individuos para que estos, en el proceso de mercado, puedan obtener información concreta a través de las señales que los precios envían, para así generar un progreso indirecto en la sociedad.
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