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Por: Pablo Garcia Quint (Columnista)
No muchas son las veces en la uno se detiene para contemplar que el periodo histórico en el que vivimos es uno de los más prósperos que ha tenido el planeta tierra, en todo aspecto. Sin embargo, vivimos rodeados de medios que nos transmiten lo mal que estamos y lo peor que podríamos estar. Basta con observar las noticias relacionadas con la pandemia mundial. A pesar de que las vacunas para el Covid ya fueron lanzadas para el uso público, las noticias parecen ponerse peor cada vez. Pero no solo es la pandemia, es la pobreza, el cambio climático, lo mal que nos encontramos económica y políticamente. Escuchar estas noticias repetidamente nos hace pensar que realmente vivimos en un mundo donde todo está mal. Ahora, reconocer que la situación del mundo es mucho mejor que lo que se nos presenta no quiere decir que deberíamos conformarnos con lo que tenemos, todo lo contrario. Sin embargo, es necesario estar conscientes que todo lo que está a nuestra disponibilidad probablemente no lo estaba hace menos de 100 años y esto es algo que no debería dejar de sorprendernos.
Es así que tendremos la tarea de mostrar a través de la investigación de los autores Ronald Bailey y Marian Tupi en su libro “Ten Global Trends Every Smart Person Should Know: And Many Others You Will Find Interesting” como las tendencias globales en múltiples campos muestran un proceso sin precedentes.
Empecemos con el tema de la pobreza. Cuántas veces escuchamos que el 1% más rico de ciertos países, o un porcentaje muy pequeño, posee una gran parte de la riqueza del país en cuestión. La solución es redistribuir esta riqueza a través de alícuotas de impuestos más altos hacia estas personas o aplicar programas de redistribución social. Lo que esta visión falla en ver es que la riqueza no solo beneficia a los más ricos, sino a toda la población en general. Bailey y Tupi muestran una investigación hecha por la Universidad de París en la que se encontró que en 1820 el 84% de la población vivía en extrema pobreza con aproximadamente $1.90 al día por persona. Este es un número inimaginable para los estándares actuales. El solo hecho que estés leyendo este artículo muestra que tanto nos alejamos de ese 84%. Sorprendentemente, hoy en día, los últimos datos del Banco Mundial, mencionados por Bailey y Tupi, muestran que la pobreza extrema cayó a 8.6%, en mas de un 70%!. Ahora, sabemos que la población no es la misma que hace 200 años, pero cabe resaltar el dato que más de la mitad de la población mundial ya no vive en las mismas condiciones en las que se vivían por una gran parte de la historia, y esto es algo que no debemos de hacer de lado. Además, recordemos que hoy en día, el sueldo medio mundial mensual se acerca a los $1000 ($811).
Podemos decir entonces que con menos pobreza hay más riqueza generalizada para todos. Bailey y Tupi muestran que “desde 1980, el tamaño de la economía del mundo creció más de un 100%”. Para darse una idea de lo que significa el dato, los autores aciertan que entre 1500 y 1820 el producto bruto mundial creció aproximadamente 0,3% anualmente, pero a medida que más países adoptan modelos de economías libres de mercado, el crecimiento económico global llegó a una tasa anual de 1.3% hasta 1900, y 3% para 2018. Este 3%, los autores explican, significan que el producto bruto mundial llegó a más de $121 trillones en comparación a $1.2 trillones en el siglo XIX. Si bien aún existen economías que no presentan un crecimiento significativo a la fecha (como ciertos países en África) es importante entender que las medidas que muchos países del occidente empezaron a tomar fueron significativas para que su crecimiento y desarrollo sea más pronunciado.
De todas maneras, una pregunta válida puede ser la siguiente, ¿si hay más riqueza y menos pobres, no estamos quedándonos sin recursos? La escasez de recursos, que llega a ser la esencia de porqué se estudia economía, en los últimos tiempos muestra algo que parecería contra intuitivo. No olvidemos que mayores precios reflejan mayor escasez y menores precios mayor abundancia relativa. En este sentido, Bailye y Tupí se pusieron a analizar 50 bienes (entre comida, energía, metales, etc.) desde 1980 hasta 2017. Lo que encontraron fue que, ajustado a la inflación, 43 de estos bienes cayeron en sus precios, 2 mantuvieron sus precios, y solo 5 incrementaron. En total, los autores concluyen que “el precio real de estos 50 bienes cayeron en 36.3%”. Y esta caída, los autores añaden, fue acompañada por un incremento en el ingreso per cápita. Bailey y Tupi muestran que el incremento en los ingresos fue de 80.1% entre 1980 y 2017, por lo que los bienes se convirtieron 64% más baratos. Entonces, esto nos dice que no solo los recursos son más baratos sino más abundantes a medida que transcurre el tiempo. De nuevo, atribuimos la incorporación de una economía libre de mercado a este crecimiento porque a partir de la revolución industrial una gran mayoría de las cosas empiezan a mejorar para una gran parte de la población.
Todo este crecimiento se refleja también en el desarrollo de las ciudades. La urbanización llega a ser un componente importante para mostrar cómo una sociedad empieza a progresar. Bailey y Tupi muestran que entre el 80% y 90% de la población, históricamente, vivió en áreas rurales con trabajos orientados hacia la agricultura; sin embargo, hoy en día gracias a la mecanización del trabajo físico en el campo de la agricultura, más gente migra a las ciudades y menos gente se encuentra en áreas rurales. Los autores nos muestran un estudio de las Naciones Unidas en el que la humanidad pasó de tener 751 millones de personas viviendo en ciudades en 1950 (29% de la población) a 4.2 billones en 2018 (55%). Y las proyecciones para el futuro son aún mejores, en las que se muestra, a través de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, que para el año 2100 menos de 1.5 billones de personas estarán viviendo en áreas rurales.
Además de estas tendencias económicas, cabe remarcar que los autores también mencionan que las democracias también crecieron de un 31% en 1989 a un 49% en 2017 (a esto añadir que una gran parte del mundo ni siquiera tenía sistemas democráticos 300 años atrás, hoy en día se vuelve casi un requisito), las guerras se volvieron menos comunes a medida que los países se volvieron más ricos, más interconectados, y más democráticos, y que el mundo se volvió se convirtió en un lugar mucho más seguro cuando se tienen catástrofes naturales.
Estas son solo un par de tendencias que los autores muestran para hacer notar que el mundo en que vivimos es mucho mejor de lo que pensamos o de lo que las noticias nos muestran. A veces es necesario detenernos por un momento para contemplar que todo lo que tenemos es producto de siglos de intentos para poder llegar a este desarrollo. También es necesario remarcar el tipo de sistema que género todo este progreso, que llega a ser una economía libre de mercado. Si queremos progresar más, sería prudente seguir los pasos que nos benefician como humanidad y dejar de lado aquellos que estancaron o obstruyeron dicho progreso.
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