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Entre Empresas y Gobierno

  • Foto del escritor: LaLlamaFinanciera
    LaLlamaFinanciera
  • 27 oct 2020
  • 3 Min. de lectura

Por: Pablo Garcia Quint- Columnista


El deterioro de la economía boliviana tiene a muchos preocupados. Las medidas necesarias para que el sector productivo se reactive todavía tiene a los empresarios en suspenso. Es así, que el gobierno actual (en pocos días más se posiciona Luis Arce Catacora) tiene medidas para aliviar este periodo de recesión, entre bonos, expansiones monetarias e impuestos a la riqueza. Pero hay algo que los hacedores de políticas y el gobierno no llegan a contemplar: si bien las políticas monetarias expansivas por parte del Banco Central de Bolivia presentan una solución parcial para el empresario, las expectativas y el posible descubrimiento empresarial están siendo destruidos.


Desde los inicios de la pandemia mundial, que empezó entre enero y febrero de 2020, el aparato productivo, no solo de Bolivia sino de muchos países del mundo, se vio afectado. El papel del gobierno para muchos llega a ser de suma importancia para controlar y mitigar los posibles daños causados a la economía. Más, cabe recordar que el papel de los precios es mucho más importante. El economista argentino, Juan Sebastian Landoni, explica que “El deterioro de la calidad del dinero implica una reducción en la calidad de la información que brindan los precios.” Claramente ante una expansión monetaria los precios no reflejarán lo que realmente está sucediendo en la economía. Friedrich Hayek, explicaba que los precios son sintetizadores de información ante un ambiente de incertidumbre e información limitada por parte de los agentes económicos, más allá del momento económico que se esté viviendo. No por nada ganó el premio nobel de la economía por tal análisis. En este sentido, el empresario fijará su atención en los precios para conocer más del mercado. Por ejemplo, una subida en los precios del producto X, mostrara que algo ocurrió en la cadena productiva que contrajo la oferta, hubo una subida en los impuestos hacia este sector, hubo un shock exógeno o endógeno, entre muchas otras explicaciones que se puedan dar.


De esta manera, una vez que los precios son afectados por el gobierno o el banco central, es muy difícil reorientar las expectativas empresariales a la realidad. Landoni continúa explicando, “Ahora los cambios en los precios relativos provienen de factores políticos y dejan de informar... [sobre] cambios en [las] preferencias de consumidores, disponibilidad de recursos y conocimientos tecnológicos.” El empresario tendrá una preocupación que estará más inclinada hacia qué posibles políticas el gobierno y la autoridad monetaria vayan a implementar. Es prudente mencionar que esta dependencia entre gobierno-respuestas de mercado es muy notoria en el mercado de stocks en los Estados Unidos y los estímulos económicos.


Esto no es para nada un proceso natural de mercado, y termina por crear burbujas en el mercado, aturdir, e incluso desincentivar a la iniciativa empresarial. Landoni va aún más allá cuando menciona cómo esta capacidad de aprender de los errores empresariales se va deteriorando, haciendo que de igual manera la iniciativa de poder ahorrar e invertir para responder a “estímulos de mercado” desaparezca (108).


Además de esto, el impacto sobre el ciclo económico que recae en las expectativas empresariales se puede observar desde el efecto que se tiene en las tasas de interés, mostrando una rentabilidad falsa para el empresario a largo plazo.


Recordemos que una economía viene constituida por aquellos negocios que terminan siendo rentables para los empresarios, no aquellos que el gobierno decide. Aquellos negocios con baja rentabilidad o simplemente pérdidas, terminarán por retirarse del mercado. Esta última viene a ser una característica correctora y única del proceso de mercado, consolidándose solo aquellos los negocios que puedan y sepan cómo satisfacer una demanda insatisfecha en la sociedad. Landoni termina por decir que “…los empresarios pierden confianza en su capacidad de descubrimiento al romperse el vínculo entre sus acciones y resultados,” como consecuencia no intencionada de las políticas económicas expansivas.


El problema es claro para Bolivia. Existe un dilema entre los trabajadores que jalan por el lado de sus intereses en cuanto al pago de sus salarios y sus aguinaldos, y entre el empresario que sin producir mucho debe satisfacer esta demanda para evitar el malestar social del país y no aumentar el desempleo. Pero el problema se agrava mucho más si ante este escenario ya complicado, el Estado interviene para poder reorientar las señales del mercado. Entonces abro la pregunta no sólo para los economistas: ¿Cuáles deberían ser las funciones que el Estado debe cumplir?, ¿Es prudente que tenga un rol en la economía?


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