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Giro de 180º en el Sector Turismo: Retos para Bolivia

  • Foto del escritor: LaLlamaFinanciera
    LaLlamaFinanciera
  • 7 oct 2020
  • 5 Min. de lectura



Por: Melanie A. Alba Sossa - Columnista


Este año en particular, el Día Mundial del Turismo pasó desapercibido. Nos encontramos a una semana del 27 de septiembre, y poco o nada se vieron los anuncios al respecto en nuestro país.


En contraste a este año, en 2019 la sede del festejo fue en Nueva Delhi, y el lema fue: «Turismo y Empleo: Un futuro mejor para todos», haciendo alusión a la importancia del turismo en la creación de puestos de trabajo. En Bolivia, el Salar de Uyuni fue escenario de la celebración del Día Mundial del Turismo con el Salt Fest 2019, que promueve los atractivos de esa región. (La Epoca, 2019)


Hasta el 2019, según datos de la Organización de Naciones Unidas, el turismo había experimentado un crecimiento constante y diversificado por seis décadas; convirtiéndose así en uno de los sectores más importantes y de mayor crecimiento para beneficio de las comunidades en todo el globo. Dicho sea en cifras, la ONU expuso un crecimiento en número de desplazamientos internacionales de 25 millones en 1950, a 1.300 millones en 2019, significando en un crecimiento de 2000 millones de dólares americanos a 1.260 billones en el mismo lapso de tiempo. Es así que, el sector representaba el 10% del PIB mundial y empleaba el 10% de los trabajadores del planeta.(ONU, 2020)


El sector turístico boliviano esperaba un 2020 positivo; empujado por la publicidad positiva que representan los premios y reconocimientos internacionales que recibió a fines de 2019 por parte de The New York Times y los World Travel Awards, además, de una evidente tendencia creciente, según datos de la INE, respecto a la llegada de visitantes extranjeros, los cuales se proyectaron en 2019 en 1.150.471 personas. Sin embargo, este año la pandemia y sus efectos volcaron los números y las proyecciones en todos los sectores, no siendo la excepción el sector del turismo.





Fuente: Instituto Nacional de Estadística, 2019.


Ahora con la impensada combinación de restricciones de viaje (en cuanto a aperturas de fronteras y conexiones aéreas), y la notoria caída de la demanda de consumidores de este servicio, el turismo se encuentra entre uno de los sectores más afectados por el COVID-19.

Enfocándonos netamente en el caso boliviano, Raul Calvimontes, presidente de la Cámara Nacional de Operadores de Turismo (CONATUR), reparó en que la recuperación del turismo en Bolivia ocurrirá apenas en 2022, debido a que será preciso un año de promoción internacional de sitios seguros: «Bolivia tiene que hacer promoción en los mercados emisores de turistas para que puedan tomar en cuenta a Bolivia dentro de sus opciones como un destino. Es para largo, y con suerte 2021, porque recién vamos a promocionar el país, y quizá en 2022 tengamos la preferencia de algunos mercados emisores de turistas», sostuvo Calvimontes. (La Razón, 2020)


Respecto al turismo interno, explicó que, en varias regiones del país se está reactivando el turismo, particularmente en Sucre, La Paz, Potosí y Santa Cruz, esto conforme a los protocolos de bioseguridad y reglamentos emitidos por el Viceministerio de Turismo: «Estamos hablando de una primera etapa, pero lamentablemente en nuestro país el turismo interno no tiene números grandes como para poder reactivar el turismo en sí», comentó el ejecutivo a La Razón.


Asimismo, una investigación de la universidad Unifranz de El Alto, desarrollada en abril, advirtió que este año el turismo en Bolivia perderá 6.200 millones de bolivianos como consecuencia de la pandemia. Su impacto provocará el cierre de empresas y desempleo en el sector, señala el documento. Esto se ve evidenciado con el impacto de la caída del PIB derivado de la caída de este sector oscilando entre el 0.5% y el 1%.




Fuente: A partir datos OMT, Elaboración CELAG, 2020.


Si bien el estudio es alarmante, considero crucial adicionar y tomar como sustancial consideración que una caída en el sector del turismo no sólo implica el cierre de empresas y desempleo, sino también, la puesta en riesgo de zonas protegidas, patrimonio tangible e intangible, museos, etc. Insisto y hago énfasis en que la caída del turismo tanto a nivel global cómo nacional implica una amenaza importante a nuestra cultura, vida silvestre y patrimonio cultural.


Queda en evidencia que no hubo motivos para festejar, sin embargo, cabe mencionar que este año, por primera vez en los cuarenta años de historia del Día Mundial del Turismo, la «celebración» no fue auspiciada por un único estado miembro, sino, por las naciones que conforman el bloque de Mercosur. Se tuvieron mensajes de solidaridad y apoyo al sector por parte del Secretario General de las Naciones Unidas, el Papa Francisco, la red de Embajadores de la OMT, los jefes de Gobierno, y las organizaciones internacionales.


El lema de este año es: «Turismo y Desarrollo Rural». A 180º del punto donde apuntábamos estar, se abre una ventana a repensar el turismo como un salvavidas para ayudar a las comunidades rurales a recuperarse de los efectos de la pandemia de COVID-19.

La ventana está abierta pero lamentablemente, el reto al que como bolivianos nos enfrentamos en cuanto al turismo es mayor. Aunque no queramos admitirlo, Bolivia se muestra como uno de los destinos turísticos más atractivos a nivel mundial y entre los que peores servicios ofrecen.


No se precisa una indagación profunda para presenciar sus deficiencias: la falta de capacitación del personal asignado a este rubro en cuanto atención al turista, la deficiente infraestructura, mantenimiento y cuidado, y por sobre todo, la consabida contaminación de suelo y del aire en el país.


Ahondando en la tercera observación, la contaminación a diferencia de la mala atención o falta de infraestructura, es una problemática en el sector turismo que engloba a muchos más actores dentro y fuera del sector.


Por un lado, la limpieza de calles y cuidado del medio ambiente es un factor deficiente cuya responsabilidad no es exclusiva de la Administración Pública, sino también de la falta de conciencia ciudadana y la falta de interés que tiene el boliviano común por la riqueza histórica, arqueológica y ecológica de la región.


Por otra parte, es inequívoco consentir que el problema de la basura no se limita a las ciudades y sus calles. Sin ir lejos en ejemplos, el año pasado, 400 toneladas de basura fueron recogidas de la playa de Copacabana en el Lago Titicaca – conocido por ser el cuerpo de agua navegable más alto del mundo – por diplomáticos de la UE con apoyo del colegio 6 de Junio.(La Guardiana, 2019)


Y, por si fuera poco, haciendo eco a palabras expresadas en La Guardiana por Marco Mercado, presidente de la Asociación Boliviana de Agencias de Viaje y Turismo, “Los extranjeros no botan su basura, son más respetuosos. El problema está en la educación del ciudadano local y del turista nacional”.


En definitiva, este año el mes del turismo no se conmemoró por un Salt Fest en Uyuni, sino por los incendios en: la Chiquitania – uno de los atractivos turísticos más visitados por los extranjeros – el Parque Noel Kempff – una de las principales reservas naturales – y el Parque Nacional Tunari – un área “protegida” en la ciudad de Cochabamba- .




Fuente: Sistema de Información y Monitoreo de Bosques del Ministerio de Medio Ambiente y Agua.

Es así que me animo a aseverar que sacar adelante al turismo para salvaguardar nuestra comunidad rural necesitará más que sólo un año de promoción. Es terminante aprovechar la riqueza natural, cultural e histórica que tenemos, a conciencia de que esta oportunidad requerirá de: inversión en capacitación e infraestructura, apoyo en cuanto a mantenimiento y cuidado, mejor gestión de administración pública y en gran medida conciencia ciudadana.


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