Las reservas se marcharon y a su barco lo llamaron periodo electoral
- LaLlamaFinanciera
- 1 dic 2020
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Por: María Laura Torrico Ramos (Columnista)
No es noticia nueva escuchar que cada día nos quedamos con menos reservas internacionales, al igual que con menos confiabilidad sobre la moneda local, objetivo tan perseguido en los últimos años tanto por las autoridades monetarias como las gubernamentales, en este sentido se dio «plot twist» en el mes de octubre, mes electoral para la nación boliviana, ya que se presenció un aumento sustancial en la demanda de divisa, en este caso del dólar por parte de la población boliviana, mermando así 1300 millones de dólares de las reservas.
Este comportamiento un tanto alarmista, se dio tanto por parte de los residentes como de las empresas, siendo que ante la desinformación manejada en ese entonces y el “efecto electoral” por motivo de especulación y formación de expectativas ante la inminente posibilidad de que el gobierno del MAS, tildado de socialista, volviese al poder, la población por motivo de precaución decidió cambiar lo mucho o poco que tuviesen dentro de sus ahorros de moneda local a dólares, e incluso en algunos casos, según reportes de entidades financieras como Bloomberg y JP Morgan, decidieron enviarlo al exterior, bajo el entendido de salvaguardarlo en entidades financieras extranjeras.
Además de esta fuga de capital por parte de un porcentaje de población y de empresas, se denoto como también la población de ingresos medios, tomaron la decisión de cambiar sus ahorros de moneda local a divisa, por básicamente las expectativas negativas e incertidumbre que se generaron a partir de lo que ocurriese una vez que se llevasen a cabo las elecciones.
Ahora bien, esta demanda de divisa se pudo corregir gradualmente y normalizar según anuncios de la autoridad monetaria en Bolivia, es decir el Banco Central, en el mes posterior a las elecciones, siendo que aún se tiene respaldo de reservas internacionales para 7 meses de importaciones sobre los 3 meses que es el umbral internacional exigido por organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) como ratios de cobertura.
Sin embargo este hecho no deja de ser preocupante para la estabilidad monetaria de la nación ya que según reportes de JP Morgan, el rendimiento que los inversionistas exigen para hacer frente a la deuda soberana de Bolivia, cayó en 5.2% para la última semana de noviembre, frente a los activos de referencia en este caso los títulos del Tesoro de estados unidos, lo cual es comparable con el 6% que cayó en vísperas electorales, en este sentido refiere a que a la confiabilidad y la posición del país para hacer frente a deudas con otros países o entidades se deterioró.
También es importante remarcar las implicancias económicas que este tipo de eventos generan en Bolivia, esta fuga de capitales y desplome de reservas internacionales, además de debilitar la capacidad de hacer frente a obligaciones sobre capital prestado, también reflejan un incremento en la presión cambiaria, sobre el tipo de cambio, una variable que en este momento estaría anclando la inflación y que según diversos estudios como del Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo (INESAD), se estaría presionando aún más hacia una devaluación cambiaria, lo cual amenazaría la estabilidad económica, para una economía que se vio duramente golpeada por la crisis sanitaria COVID-19.
No se puede dejar de lado también las condiciones coyunturales en cuestión de ingresos y gastos fiscales que afectarían directamente la acumulación o des acumulación de reservas internacionales, en el caso de los ingresos, estos por un lado fueron atacados primeramente por la caída del precio del petróleo en el año 2020, al estar indexado al precio del commoditie del gas, que representa una vasta mayoría en las exportaciones de Bolivia, redujeron por tanto por “efecto precio” y también por “efecto volumen” ya que los principales socios comerciales, Brasil y Argentina, anunciaron en marzo, la reducción de su demanda de gas boliviano y cambios en los contratos.
En términos de gasto, se generaron gastos que claramente no estaban contemplado en diciembre de 2019, al experimentar una pandemia mundial, se dieron gastos fiscales por el gobierno interino en términos de bonos y otros gastos, que si bien fueron financiados por deuda externa con el objetivo de mantener las reservas internacionales en un nivel casi estático, este hecho es importante dado que el gobierno electo también agendó bonos en su gestión, manejados por deuda una vez más, sin embargo para una etapa post confinamiento, post pandemia, se necesitan seguir la línea del gasto público, fue lo recomendado por entidades como el Banco Mundial, tanto para la reactivación de la economía como para la restructuración de la misma, que economías como la boliviana, necesitan hace ya unos años.
Bajo esta nota, es necesario calibrar de manera adecuada no solo los ingresos y gastos del aparato gubernamental, sino también su estructura de financiamiento, cuánto será bajo la estructura de deuda, cuánto será bajo el patrimonio de Reservas Internacionales sin que estas terminen afectando de manera aún más negativa la golpeada estabilidad económica del país.
Por último todos estos cuidados necesarios se tienen que realizar bajo el objetivo de inversiones eficientes y un acuerdo y apoyo mutuo entre los agentes privados como públicos, Bolivia se encuentra en un momento crucial de su historia que debe ser manejado con “pinzas” pero también con mucha “voluntad” por salir adelante.
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