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Naufragando Deudas, ¿será la condonación la “tierra a la vista”?

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    LaLlamaFinanciera
  • 15 dic 2020
  • 4 Min. de lectura

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Por: María Laura Torrico Ramos (Columnista)


Bolivia el país con paisajes impresionantes, gastronomía increíble y una deuda externa extraordinaria, después de un año donde todos los ciudadanos del mundo se tuvieron que apretar el cinturón en los gastos y romper el chanchito de ahorros de emergencia para hacer frente a la crisis sanitaria, esto mismo sucedió para los países y organismos internacionales, estos tuvieron que apelar a la cooperación internacional, traducida en préstamos extraordinarios para hacer frente a la crisis.


Instituciones como el Banco Mundial (BM), Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), proporcionaron paquetes crediticios de contingencia para países en vías de desarrollo, sin embargo paralelamente bloques económicos como la Unión Europea (UE) dispuso de paquetes similares para los países del bloque en orden de que estos puedan hacer frente a los gastos inminentes de la pandemia.


Bolivia por supuesto, no se quedó rezagado en la llegada de este alivio ya que contó con paquetes crediticios de emergencia cercanos a mil millones de dólares, siendo distribuidos de la siguiente manera, el Banco Mundial equivalente a 254 millones de dólares, Fondo Monetario Internacional 327 millones de dólares, Banco de Desarrollo de América Latina 50 millones de dólares y el Banco Interamericano de Desarrollo 580 millones de dólares.


Ahora bien estos préstamos se realizaron con objetivos como el financiamiento de transferencias temporales a hogares pobres y vulnerables (como los Bonos Familia, Canasta familiar, Universal y el Bono Contra el Hambre), para enfrentar necesidades de la balanza de pagos, gastos médicos necesarios y también para apoyar a las micro y medianas empresas, en la reactivación económica. Estas deudas tienen plazos mayores a 20 años y periodos de gracia entre 10 a 14 años, dependiendo de la entidad.


Sin embargo fue bien expresado por el entonces candidato a la presidencia Luis Arce Catacora como una de las propuestas electorales, la condonación de deuda de por lo menos 2 años a los organismos internacionales, bajo esta línea es que ahora el presidente electo y el cuerpo gubernamental intenta materializar esta propuesta ante los organismos internacionales, siendo que durante la asamblea de las Naciones Unidas el pasado 3 de diciembre “Unidos contra el Covid-19” el presidente electo pidió comprensión y solidaridad internacional para Bolivia en términos de condonación de la deuda, de esta manera también el canciller Rogelio Mayta solicito a la Unión Europea el pasado lunes 14 de diciembre que coadyuve e impulse ante los organismos internacionales un programa de alivio de deuda a favor de los países en vías de desarrollo, en la Conferencia de Ministros de Relaciones Exteriores de la Unión Europea y América Latina.


Pero la pregunta que surge es condonación, claro, ¿pero de que prestamos? Ya que, los suscitados este año por la crisis no serán amortizados todavía en una década, sin embargo si contrastamos la situación de la deuda externa de Bolivia antes del año 2020 y la pandemia de coronavirus, para el año 2019, está ya se había quintuplicado en los últimos 12 años, pasando de 2.208 millones de dólares en 2007 a 11.268 millones de dólares en 2019, siendo el nivel más alto de la historia en términos de deuda externa, experimentando un crecimiento acelerado a partir del año 2012.

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Claramente este crecimiento acelerado se dió debido a la coyuntura y la favorable situación del país en términos de ratios de cobertura ante organismos internacionales para el acceso crediticio, pasando a tener calificaciones mejores tanto en indicadores de riesgo como de liquidez, algunos medidos y con el respaldo de las reservas internacionales, dada la abundancia de esta última, sin embargo el panorama cambió, una vez que la coyuntura de “boom” de commodities acabó, de esta manera los ratios y las reservas se deterioraron y disminuyeron, sin embargo el tamaño de la deuda sólo ascendía, bien representado en el gráfico.


El hecho de tener una deuda externa creciente, no es necesariamente algo considerado “malo” en una economía ni alarmante, como cualquier instrumento de financiamiento, una deuda bien estructurada, con un objetivo definido y/o rentabilidad esperada, puede generar mucho crecimiento y desarrollo económico, ahora bien si se lo canaliza de manera ineficiente puede ser insostenible en el tiempo, analizando el caso de Bolivia con un ratio de 29% de deuda externa con respecto al PIB aún nos encontramos bajo el umbral recomendado por instituciones internacionales que es de 40%.


No obstante es necesario prestar atención a otras variables que podrían aliviar o entorpecer el estado de la deuda externa de esta nación, como el gasto público y el tipo de cambio, ya que este último en específico ha sido uno de los factores principales para la estabilidad del país ante deuda, siendo que este está anclado a un valor fijo de 6.96 hace 8 años, ahora bien el valor de la deuda se podría encarecer en caso de una devaluación en el mediano plazo, ya que estas están fijadas en dólares y se necesitaría más moneda nacional por cada unidad de dólar.


Haciendo hincapié a lo planteado anteriormente, ¿es que las expectativas de los prestamistas, tanto de instituciones de financiamiento como países socios, se mantendrán positivas ante futuras solicitudes de préstamo? Pues, todo dependerá de lo que se haga específicamente en las medidas de gasto público y reactivación económica, en que tan efectivas sean estas medidas, que logren que variables como las reservas internacionales se recuperen, apuestas por la agroindustria, industrialización del litio, vacunación efectiva de la población, entre otras, son básicamente las variables que definirán directa e indirectamente la sostenibilidad de las deudas y la predisposición de los prestatarios a renegociación de las mismas o acceso a nuevos instrumentos de deuda.


Las autoridades tomadoras de decisiones en Bolivia, tienen que planificar acciones concretas para levantar la nación y no solo solicitar condonaciones a organismos internacionales, eso puede ser un placebo a corto plazo para la economía boliviana sin embargo se necesitan medidas que funcionen a mediano y largo plazo, que no dejen hundida a la economía boliviana con la falsa esperanza de visualizar la “tierra a la vista” en forma de condonación.

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