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Pobre fútbol

  • Foto del escritor: LaLlamaFinanciera
    LaLlamaFinanciera
  • 11 mar 2021
  • 4 Min. de lectura

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Por: Julio Diego Clavijo Orozco


Extrañas imágenes dejó el inicio de la División Profesional del Fútbol Boliviano (DPFB). El primer partido entre Real Santa Cruz y Wilstermann fue suspendido con los jugadores, árbitros en cancha, e incluso, espectadores en las tribunas del estadio del local. Similares situaciones se repitieron en otras canchas, pero, ¿por qué?


Sucede que los jugadores se negaron a jugar en señal de protesta a favor de la FABOL (Futbolistas Agremiados de Bolivia), a la cabeza de su secretario, David Paniagua. Este ente señaló que no jugaría hasta que las deudas de todos los equipos sean saldadas, lo que despertó el enojo de la Federación Boliviana de Fútbol, quien no retrasó el inicio del torneo y derivó en choques entre quienes apoyan a los futbolistas y quienes se encuentran en contra de la acción de los mismos.


Este papelón que protagoniza el fútbol boliviano tiene una explicación, ya que la mayoría de los dieciséis clubes tienen deudas con los deportistas, tanto en salarios, como en primas o premios de torneos internacionales. Por citar ejemplos, se encuentran equipos de renombre como San José, Blooming o Wilstermann, entre otros.


Lo cierto, es que la realidad del fútbol boliviano vive una profunda crisis desde hace mucho tiempo, principalmente, por deudas y demandas que ahogan a la mayoría de los clubes de primera división, y que lleva a los jugadores a respaldar a FABOL con estas protestas; ya sea por ser directos afectados o por solidaridad con sus compañeros.


Los clubes, quienes se adeudan cada vez más, tienen saldos millonarios con antiguos trabajadores de los mismos. El caso más sonado es el de San José, que debe poco más de 5 millones de dólares a futbolistas, directores técnicos y funcionarios, según El Deber, siendo el equipo que más debe; por lo que tiene riesgo de pérdida de puntos y desafiliación con descenso de categoría.


Según FABOL, la “lista roja” de los equipos que más deben, solo excluyen a Bolívar, Royal Pari, Always Ready, Guabirá y Palmaflor, así como a los recién ascendidos, Tomayapo e Independiente; mientras que los otros siete tienen importantes compromisos salariales que ascienden hasta los $us. 800.000


Para ilustrar, San José no es el único equipo que adeuda: Blooming no puede contratar jugadores hasta saldar deudas que arrastra desde 2015, su rival, Oriente Petrolero adeudaba para mediados de 2020 un millón de dólares, mientras que clubes como Wilstermann, Real Potosí o Aurora, tuvieron que soportar huelgas de sus jugadores previo al inicio de este torneo por sueldos atrasados.


Es así que se da la exigencia de los jugadores. Pero, ¿cómo protestaron? Pues adeudando más a sus clubes, ya que se presentaron en el campo sin jugar y obligando a los árbitros a suspender la mayoría de los partidos de la primera fecha, con la excepción de Nacional Potosí, The Strongest y Aurora contra Royal Pari, así como el bochorno del Independiente - Oriente en Sucre, donde la presidenta del primero despidió a dos jugadores en vivo. La protesta de los jugadores puede aumentar la deuda, haciendo que sus dirigencias gasten más en hoteles, viajes, refrigerios, pruebas PCR y alquiler de estadios. Es decir, para los jugadores, la mejor protesta contra el endeudamiento era seguir haciendo gastar al club. No suena muy razonable.


Sin embargo, el salario de los futbolistas, es muy bajo en Bolivia en comparación con otros países. En Argentina, los jugadores de primera división ganan entre 5.000 y 10.000 dólares, en Brasil la mayoría gana entre 1250 y 12.500 dólares, mientras que en países como Chile o Ecuador, la media es cercana a los 5.000 dólares. En nuestro país, la mayoría de los jugadores perciben entre 2.000 a 4.000 dólares como máximo, según la propia FABOL. Cabe recalcar que este es un estimado, y que muchos perciben un salario mínimo y, que de paso, no se les llega a pagar en reiteradas ocasiones.


El problema que ocurre en Bolivia son las deudas, algo que va más allá de los salarios; que comparados con los otros países sudamericanos ya es bajo, y que en contraste con los jugadores de ligas medianamente rentables en Sudamérica, como la de Chile o Colombia, en Bolivia se adeuda más por los incentivos o premios de gestiones pasadas, así como por primas iniciales de fichajes para seducir la firma de contrato.


Quizás sea por eso que todos los integrantes de un club miran como un gran logro clasificar a Copa Libertadores o Sudamericana. Por ejemplo: Un equipo gana 3 millones de dólares por el simple hecho de clasificar a fase de grupos de Conmebol Libertadores, por lo que es lógico que los jugadores exijan parte de ese premio por considerarse responsables de dicho logro.


Para equipos como The Strongest, Bolívar y Wilstermann, que son habituales representantes bolivianos en torneos internacionales, no existe mucha exigencia de salarios —pese a que las hay—. Mientras que equipos con más problemas y sin premios internacionales, tienen que recurrir a préstamos de la Federación, de la Televisión, o de los mismos bancos.


Es por eso que equipos como Universitario de Sucre o Petrolero de Yacuiba siguen debiendo dinero a pesar de haber descendido hace casi tres años, mientras que otros como La Paz FC o Real Mamoré, directamente desaparecieron una vez descendieron de categoría, ahogados por las deudas y demandas, o acusados de corrupción o un mal manejo de dinero; acusaciones que son frecuentes en el fútbol boliviano.


Se puede entender el enojo de ambas partes, más no sus soluciones. La solución inmediata de la FABOL es parar el fútbol, haciendo que los equipos se endeuden más. Mientras que los clubes, siguen prometiendo primas irreales sin cumplir un compromiso, como si prefirieran sentarse en un tribunal antes que negociar con sus futbolistas. La federación, por su parte, no sirve de mediador, y obliga a iniciar el torneo sin fiscalizar a sus integrantes.


Al final de cuentas, la inoperancia de los dirigentes y el pensamiento sesgado de los jugadores conlleva a que el más dañado sea el fútbol boliviano en general. Seguimos teniendo a la peor selección de Sudamérica en el ranking FIFA, estando lejos de Ecuador que se encuentra en la posición 64 —Bolivia se encuentra en la 75—. Y los que más sufren, por supuesto, somos todos los que amamos el fútbol, al pobre fútbol.


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