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¿QUÉ IMPLICAN LAS ELECCIONE$?

  • Foto del escritor: LaLlamaFinanciera
    LaLlamaFinanciera
  • 24 feb 2021
  • 7 Min. de lectura


Por: Melanie A. Alba Sossa


Nos encontramos a vísperas de las elecciones subnacionales y en definitiva, dan mucho sobre qué hablar: desde la incertidumbre respecto a la participación de todos los candidatos hasta la violencia existente a casas de campaña, entre otros. A continuación, nos centraremos a conversar sobre las implicancias de dichas elecciones.


Una elección para seleccionar autoridades implica dinero. ¿Quién lo paga? ¿Cuánto se paga? ¿Qué es lo que se paga?


Por un lado, existe un gasto que realiza el Estado para la parte logística que permita que se pueda dar lugar al proceso electoral. En noviembre del año pasado, el presidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Salvador Romero, manifestó que los recursos para las elecciones serían inferiores a 200 millones de bolivianos.


Si bien la autoridad explicó que “este proceso electoral es más complejo y requiere la impresión de una mayor cantidad de papeletas y otro tipo de material electoral, estará enmarcado en la lógica de la austeridad”, además de que recibirá cooperación de países vecinos (El Periódico, Bolivia). Por ello, el monto destinado para las subnacionales será menor al monto utilizado en las elecciones generales del 18 de octubre, en el cuál se gastaron Bs. 215 millones.


Tomando en cuenta la situación en la que nos encontramos, más aún en un escenario “post-carnaval” caracterizado por aglomeraciones innecesarias de personas con complejo de inmortalidad, es importante también tomar en cuenta que a diferencia de otras elecciones, tanto ésta como las últimas, contemplan en su presupuesto medidas de seguridad: donde además del distanciamiento físico y el control en el ingreso de los recintos electorales. La compra de alcohol en gel, termómetros y sanitizadores implican gastos necesarios en el presupuesto.


Por el otro lado, una elección implica la campaña electoral que realizan los postulantes para los cargos públicos en cuestión, donde entre algunos gastos es fácil observar en las calles una serie banners intercalados y spots en los que aparecen como también banderas, calendarios, barbijos, alcohol e incluso comida como regalos a sus posibles electores.


Evidentemente desde esta perspectiva también observamos que existen gastos implicados ¿Quién los paga? Y, ¿cuánto pagan?

Reduciendo la perspectiva sólo a Cochabamba, existen nueve organizaciones políticas en busca del cargo de alcalde. Las primeras dos fuerzas con mayor porcentaje de electores en las encuestas: alianza Fuerza Republicana Democrática Nacional (Súmate) y el Movimiento al Socialismo – Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP) evitaron revelar detalles de los montos gastados. A continuación, se establece un breve punteo para entender cuánto gastan:

1. Manfred Reyes Villa, postulante por SUMATE no reveló cuánto gasta su campaña. Marilyn Rovera, primera concejala por SUMATE explicó que su campaña se desarrolla con el material y recursos que cada candidato puede aportar. A lo que, Gustavo Vargas, jefe de campaña, adicionó que no existen aportes económicos, sino de material de campaña (banderas, telas, stickers, pinturas), en función de las posibilidades y “buena voluntad” de los aportes de los militantes.

2. Nelson Cox, postulante por MAS-IPSP, indicó que no se referiría al tema y agregó que primero quiere exponer su plan de Gobierno.


3. Roberto Perrogón, postulante por Unidad Cívica Solidaria (UCS) informó que su campaña está principalmente financiada por él y dos personas más, haciendo énfasis en que no recibe ayuda de empresarios ni de actores políticos. Indica que su techo presupuestario es de 80.000 dólares: el cual ya se acabó. Indica que cada valla publicitaria cuesta entre 1.000 y 1.500 dólares por mes, por lo que prefirió regalar barbijos y alcohol y sólo tener 5 vallas en toda la ciudad y el resto.

4. Sergio Rodríguez, postulante por Movimiento Tercer Sistema (MTS) indicó que su campaña se basa en “gestiones con algunos amigos” y que está sorprendido por el apoyo. No reveló exactamente cuánto gasta pero informo que ya sumaron más de 20 gigantografías, que cuestan alrededor de 60.000 dólares. Y que, en una cena realizada por el frente se recaudaron más de 90.000 bolivianos destinados a la compra de barbijos y trípticos. Indica que se compró una fotocopiadora para una institución que trabaja con mujeres víctimas de violencia con el dinero restante. Explico que los equipos de campaña se acuota de 50, 60, 80, 100 bolivianos para comprar fósforos y barbijos.

5. Jhonny Antezana, postulante de Comunidad Ciudadana – Autonomías por Bolivia (C-A) no dio a conocer montos exactos. Sin embargo, informó que cuenta con el apoyo logístico de algunos concejales y su persona para hacer gigantografías, e informó que tienen más de seis vallas, unos 50 banners, que mandaron a hacer entre 1.500 y 2.000 banderas pequeñas y que compraron un turril de pintura. Detalló que gastan unos 9 mil bolivianos en cuñas radiales, desde el 17 de febrero hasta el final de la época de campaña.

6. Cesar Salinas, candidato del Frente Para la Victoria (FPV) informó que su campaña se realiza con esfuerzos propios y que no acepta financiamiento de empresarios. Con un tope de 70.000 dólares, indica que este tope no se alcanzó por dificultades económicas de algunos candidatos y que si bien tienen una campaña modesta, va de frente con la ciudadanía.

7. David Torrelio, candidato del Partido de Acción Nacional Boliviano (PAN-BOL) indicó que quienes aportan son los postulantes a los cargos públicos, gastando arriba de 20.000 dólares, con especial enfoque en “los puntos rojos” regalando alcohol a la gente, haciendo fumigaciones, banderas, volantes, etc. Indicó que son aportes propios y que su presupuesto es bajo con relación a Sumáte, MAS o Perrogon que “ya han pasado varios ceros de dólares”.

8. Cesar Navia, candidato del Partido Demócrata Cristiano (PDC) detalló que en PCD determinaron un monto de 50.000 dólares en todo el departamento, y que, en el municipio de Cochabamba, ya gastaron 15.000 dólares en papelería, alquileres, spots, redes sociales y comida de sus militantes. Indica que no concibe que haya tanto “derroche” de dinero en las campañas electorales. “Ahí vemos que la intención de las personas no es entrar a trabajar sino recuperar lo que están invirtiendo, estamos hablando de cifras de cinco ceros, no es poco dinero”.

9. Finalmente, la alianza Somos Renovación (SOMOS), indica que los montos económicos llegan de cada candidato, amigos y familiares. Explica que ya gastó entre 10.000 y 12.000 dólares que son “recursos propios”. Eduardo Sarmiento, primer concejal, aclaró que no obligan nada a nadie y que todo es aporte voluntario, para barbijos, poleras, publicidad. Agregó que buscan llegar a los vecinos en los barrios, especialmente en la zona sur exponiendo sus planes y proyectos.

¿Qué tenemos entonces? En su mayoría y de forma general se rescata que quienes pagan las campañas son primariamente los candidatos, personas cercanas y en algunos casos militantes del partido.

¿Cuánto pagan? Si bien la mayoría fue reservada sobre las cifras exactas de los gastos en los que incurren, de aquellos que sí proporcionaron datos vemos que hay una media de 50.000 dólares, es decir 348.000 bolivianos. Es importante entender que esta cifra no es exacta, y que hay partidos que presuntamente superan en gran cantidad el techo máximo rescatado de 80.000 dólares. Suponiendo la media de 50.000 dólares, estamos hablando de mínimamente 3.132.000 bolivianos implicados como gasto en estas elecciones por parte de los candidatos a cargos públicos.

Inmediatamente al escuchar estas cifras, es inevitable escuchar la opinión sobre “el despilfarro”. Son muchas las personas que ven “groseras” estas cantidades y más aún sabiendo los fines para los que están dipuestas. Entre ellos, Cesar Navia, candidato del Partido Demócrata Cristiano (PDC) quien como muchos no concibe que haya tanto “derroche” de dinero en las campañas electorales. “Ahí vemos que la intención de las personas no es entrar a trabajar sino recuperar lo que están invirtiendo, estamos hablando de cifras de cinco ceros, no es poco dinero”.

Si bien esta observación puede caer en ser tendenciosa, abre un espacio para pensar y reflexionar sobre el porqué del accionar de nuestras posibles autoridades. No hace mucho una figura boliviana expresó que “hacer campaña política es una inversión”, cuyas palabras retumban hasta la actualidad.

Aun así, quedándonos con un enfoque un poco más individualista de: “cada quien puede gastar lo que tiene en lo que quiera” y obviando las intenciones o no de las candidaturas, lo que sí es muy interesante de observar es la ventaja que representa para unos sobre otros en cuanto a la posición que ocupan, donde aquellos que se encuentran primeros son justo los que disponen mayores recursos para apoyar sus programas de gobierno. El punteo anterior fue ordenado de acuerdo al orden en el que aparecen los candidatos en las encuestas de preferencia electoral de CIESMORI, curiosamente aquellos que no revelaron sus montos se encuentran en los primeros lugares, y del tercer lugar para el final, en orden de preferencia electoral, se encuentran a su vez, de mayor a menor los montos gastados.

Obviamente existen muchos factores que se están obviando por lo que no sería prudente sacar conclusiones tajantes de esta información, pero si te abre una luz a cuestionar y por ende profundizar y reflexionar en si en las elecciones lo que predomina es una buena estrategia de marketing o un buen plan de gobierno.

El año pasado, los partidos políticos del país acordaron no gastar los aproximadamente 35 millones de bolivianos designados para la campaña electoral de las elecciones presidenciales del 6 de septiembre y destinar a otras necesidades. Esa renuncia permitió liberar fondos para atender otras necesidades por la crisis del coronavirus al ser sumados al presupuesto electoral, que redujo los recursos utilizados por el TSE para cubrir el conjunto de requerimientos y llevar adelante el proceso electoral con las medidas de bioseguridad. En este caso, ambas partes reajustaron el destino de los fondos con campañas electorales en teoría más moderadas.

Ciertamente, el objetivo de la carrera electoral no apunta al rescate de la economía y los montos gastados no contrarrestan los efectos de la pandemia, pero es importante remarcar que indirectamente tienen a nuestro aparato productivo funcionando más después de un tiempo de extrema parálisis. Estamos viviendo un momento donde existe un desmedido movimiento de dinero en ciertos sectores de nuestra sociedad.



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