Reformas

Por: Miguel Morales Gutierrez

El año 2020, Bolivia tuvo una contracción económica del 7.3% y una línea de pobreza aproximada de 5.5 dólares por día para un citadino – según Banco Mundial – niveles que marcaban una preocupación después de haber tenido un auge previo gracias a los precios internacionales ligados a los hidrocarburos.

Por lo que para el año 2021, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) proyecta que la región tendrá en promedio un crecimiento económico de 4.1%. Pese a esta noticia, el ritmo de este crecimiento se desacelera para el 2022 y 2023 en un 2.5%. Por lo que el riesgo de expandirse será del 0.8%, contraerse en 1.1% el siguiente año y crecer con poco nivel a 1.8%.

Siguiendo estos datos, es necesario considerar un terreno más sólido para contrarrestar dichos efectos. El crecimiento será difícil, pero lo importante será el periodo en que éste se mantenga. Los efectos de cada shock como la vivida, ponen a nuestra economía en una montaña rusa. Y al aún estar dependientes de los precios de las materias primas, el BID sugiere que se apliquen reformas para mejorar la productividad.

Uno de los sectores que podrían ser clave para esto es la conexión a las empresas que general cadenas globales de valor, promover la economía digital y focalizar el esfuerzo en creación de empleos inclusivo y sostenibles. Esto podría provocar que las nuevas familias deban optar por doble ingreso, es decir, que la madre y padre trabajen para mantener los ingresos en una familia típica de estudio.

Entonces, es un hecho que aplicar reformas fiscales, como por ejemplo la legislación impositiva, llevará adelante nuestra economía para evitar colapsos económicos. Pero el costo posiblemente se incremente, donde los hábitos de la familia boliviana van a modificarse. Modificando de esta forma las canastas familiares que solíamos tener años previos.

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