Por: Ibhar Christian Beramendi Illanes
Los videojuegos se han convertido en una fuente de entretenimiento bastante común en lo que va de este "encierro". Sin dejar mucho espacio para la discusión, podemos acordar que el uso de videojuegos como fuente de entretenimiento ha incrementado notoriamente. Por ejemplo, Comscore indica que el tiempo destinado a los videojuegos incrementó en 133% en el 2020.
Podemos pensar que estos cambios en las preferencias y los hábitos relacionados al entretenimiento no son alarmantes, sin embargo, los oficiales y reguladores chinos critican fuertemente a los juegos online como algo adictivo para los menores, al grado de llamarlos “opio espiritual”, tomando cada vez más relevancia como un mal social.
Dichas críticas tomaron tanta relevancia que se empezaron a escuchar amenazas relacionadas a suspender el lanzamiento de nuevos juegos, remover contenido no deseado de diversos títulos, y, de manera general, combatir la “persecución solitaria de beneficios” por parte de la industria de videojuegos, presentando claras intenciones de fijar nuevas reglas y regulaciones para esta fuente de entretenimiento.
Estas claras intenciones repercutieron negativamente sobre los precios de Tencent (OTC:TCEHY), que cayó en un 3.52%, y NetEase (NASDAQ:NTES) en 4.23%, todo esto en medio de una represión gubernamental en curso, mostrando la importancia que le están dando los reguladores a la adicción relacionada a los videojuegos.
Con esto en mente, es claro que los videojuegos procedentes de China podrían experimentar un aumento en su precio y una reducción de sus lanzamientos, no obstante, para que los reguladores consideren dichos cambios en una industria tan relevante en medio de una represión gubernamental, es importante hacernos considerar las complejas implicancias de potenciales adicciones en los más pequeños del hogar.
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