Remesas en pandemia
- LaLlamaFinanciera
- 13 sept 2020
- 2 Min. de lectura
Por: Fatima Rocha
Las remesas son como un salvavidas para muchos países, y aún más, para aquellos en vías de desarrollo. Según el FMI, 57 países reportaron que las remesas representaron más del 5% de su PIB en 2019, y el principal destino de estas son los hogares de bajos ingresos.
Sin embargo, para los migrantes, el conseguir estos recursos no es un cuento de hadas. Por el contrario, las situaciones que deben pasar son bastante duras; desde dejar a la familia para buscar mayores oportunidades que brindarles, para luego, tener acceso limitado, o incluso nulo, a beneficios sociales, tener malas condiciones de vivienda y servicios básicos, sufrir explotación laboral, y ni hablar de los casos que son indocumentados.
A pesar de esta realidad tan difícil, el número de migrantes internacionales ha crecido con mayor rapidez que la población mundial, alcanzando en 2019, una cifra de 272 millones de personas que viven en un país distinto a su país natal; representando un 3,5% de la población. Esta cifra triplica las 84 millones de personas en esta situación de 1970 (ONU, 2019).
Del mismo modo, es necesario mencionar que el 74% de estas personas se encuentran en edad de trabajar (entre 20 y 64 años), y que el principal país destino sigue siendo, desde 1970, Estados Unidos (Organización Internacional para las Migraciones OIM, 2020).
Este motor económico, como muchos sectores, también se ha visto afectado por los mares de la pandemia y el confinamiento; dejando a decenas de millones de trabajadores migrantes sin su fuente de empleo, y en algunos casos, incluso sin los recursos para retornar a su país de origen.
Si bien las proyecciones del Banco Mundial esperaban un efecto cadena en las remesas, generando una reducción de estas en un 20%, la caída se produjo en el mes de marzo, para recuperarse prontamente en mayo, y encontrarse estable actualmente; esta peculiar situación puede deberse a que una buena proporción de estos, se sitúan en sectores esenciales de las economías de los países receptores.
Un ejemplo es es el caso estadounidense, donde los migrantes se encuentran principalmente trabajando como jornaleros agrícolas, en el sector servicios, enfermería, construcción, entre otros; sectores que, a pesar de la pandemia, son necesarios para el país.
Por otro lado, la solidaridad con sus seres queridos es el principal impulsor para que los migrantes sigan buscando maneras de ayudar económicamente a sus familias, sobretodo, cuando la mayoría de los países de origen se encuentran frente a recesiones económicas duras.
Este mismo acto de sacrificio, también podría estar generando el envío de los pocos ahorros que les queda en beneficio de sus seres queridos y la dura situación que atraviesan; provocando una cadena poco sostenible a largo plazo.
Ante este punto, es vital que los gobiernos que se benefician en mayor proporción de las remesas, como México, Salvador, y Honduras, generen programas de educación financiera para que las familias optimicen y multipliquen estos recursos en inversión, y de esta manera, se minimice la dependencia de esta fuente de ingresos.
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