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¿Será el componente gasto lo más importante después de la pandemia?

Foto del escritor: LaLlamaFinancieraLaLlamaFinanciera

Por: Pablo Garcia Quint (Columnista)


Una de las concepciones erradas hoy en día yace en la idea que la economía crece exclusivamente a través de la dinamización del gasto. Más que nunca, este último año donde la pandemia produjo una caída en el crecimiento y producción de todo el mundo, el gasto y las políticas monetarias expansivas jugaron un rol importante en potencias mundiales como Estados Unidos. Países de todo el mundo empezaron a ver la política de Estados Unidos reflejada en sus propias decisiones económicas. Perú, Brasil y Paraguay para mencionar algunos en nuestro continente. Sin embargo, debemos hacer notar que no todas las economías tienen la misma estructura que Estados Unidos para sostener tales expansiones monetarias, y más aún, déficits.


En el caso de Bolivia podemos ver un mal diagnóstico macroeconómico por parte del gobierno porque el constante énfasis en la demanda y el gasto deja el verdadero problema postergado; la poca capacidad que tiene el sector productivo y la poca capacidad de ver en el largo plazo que el gasto no es la solución.


Es así que el periodista Fernando Chávez en su artículo, “Proyecciones del consumo después de la pandemia, ¿cómo será la economía?”, nos hace conocer las posiciones del economista Antonio Saravia (director del centro de estudios de Economía y Libertad en la universidad Mercer) y Napoleón Pacheco, en cuanto a la situación actual del país. Por un lado, el análisis de Antonio Saravia nos dice que una vez que la pandemia termine, la gente cansada de las restricciones saldrá a gastar, pero también advierte que dadas las pocas expectativas de crecimiento en el largo plazo, la gente también será cautelosa. ¿Por qué no hay expectativas de crecimiento a largo plazo? La respuesta, el profesor Saravia afirma, se relaciona con el hecho que el auge económico de la gestión de Morales fue por el boom en el precio de las materias primas y por la cantidad de reservas naturales que el país poseía en ese entonces. Hoy en día, a pesar de que un boom en los precios fuera a darse nuevamente, las reservas ya no son las mismas, por lo que el efecto económico tampoco sería el mismo. Con un aparato productivo muy bajo, el énfasis, erróneamente, sólo hace referencia a una expansión de la inversión pública y por ende de la demanda agregada.


El Ministerio de Economía y Finanzas Públicas afirmó el 3 de agosto de este año que “[a] junio de 2021, la inversión estatal se incrementó en 111% con relación al mismo período de 2020, al pasar de $us 474 millones a $us 999 millones”. Por más ostentoso que suene este monto debemos recordar que si el empresario no tiene lugar en la esfera económica, como debería serlo, la economía se verá estancada con un ente central que quiere planificar la economía todo el tiempo pero nunca consigue el resultado que espera. Es más, el modelo económico del presidente está basado en el gasto, así como se afirma en el Ministerio de Economía y Finanzas Públicas, “En el marco del Modelo Económico Social Comunitario Productivo, el Gobierno prioriza la inversión pública para impulsar el crecimiento económico del país con la ejecución de proyectos estratégicos de infraestructura y el sector productivo”.


El mal diagnóstico se refleja cuando economías como la de los Estados Unidos, o algunos países en Europa y Asia, expanden su gasto y países como Bolivia creen que pueden copiar y pegar dichas políticas económicas con los mismos resultados. Saravia afirma sobre esto que “en esas economías [Estados Unidos, Europa y Asia] las expectativas son que van a poder generar crecimiento en el largo plazo.” Esto está justamente relacionado con la capacidad productiva y la facilidad a la inversión extranjera que tienen países desarrollados.


Por otro lado, el economista Napoleón Pacheco afirma que el gasto destinado para reactivar la demanda no tendrá el efecto que se espera porque solo aquellos que se encuentran en el sector formal, que no son muchos, podrán expandir su gasto. Aquellos que se encuentran en el sector informal no lo podrán hacer porque su gasto está justamente destinado para vivir del día a día. Además, Pacheco añade que la posible recuperación a la que el gobierno hace referencia solo favorece al país a través de un aumento de los precios de commodities como el gas y los minerales, “pero el problema es que el país ya no tiene la capacidad productiva que permita aprovechar ese aumento de precios”. En este sentido, la conclusión es similar a la de Saravia.


En la medida en que aún se crea que el gobierno es el que debe planificar y llevar la economía adelante se creerá también que el problema está en la demanda agregada cuando en realidad no lo está. Debemos recordar una vez más que las políticas aplicadas desde el gobierno deberían estar orientadas a facilitar que el empresario boliviano y el empresario extranjero inviertan en el país. El aumento del gasto solo manda la señal que el gobierno es el que se hace cargo de los proyectos económicos dejando al empresario en una posición casi marginal. Si bien el énfasis se encuentra en el gasto hoy en día, esto nos muestra el corto horizonte que se tiene en el gobierno, y esto debería preocupar no sólo de economistas, sino también del mismo gobierno.



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