Un número sin análisis, es un número.
- LaLlamaFinanciera
- 6 mar 2021
- 2 Min. de lectura

Por: Miguel Morales Gutierrez
Terminando de celebrar el año nuevo del 2021, el Banco Central de Bolivia, mediante un comunicado a nivel nacional, anunciaba que nuestra economía iba a obtener un crecimiento del PIB del 4.8% y tener una inflación controlada del 3.1% al finalizar este año (Datos proyectados BCB).
Para todos sonaba genial. Pero esta semana, llegó a los medios de comunicación una noticia no tan complaciente. Con titulares acerca de que las reservas iban a tener una situación apocalíptica, hasta algunos tildaron a este evento como si se tratara de un juego maquiavélico. Pero vamos a los datos. Si analizamos los que se tienen respecto al año 2014, se observa que existía un RIN (Reservas Internacionales Netas) de 15 123 $us millones. Siendo que, para el 23 de febrero 2021, se muestra un resultado de 4 890 $us millones, lo que quiere decir que, no cumplimos con los que el FMI llama «economía saludable».
No respaldamos el rango del 100% al 150%, según las reservas históricas, pues para ser considerados como una economía saludable, se debe cubrir, por lo menos, tres meses de importaciones.

Fuente: BCB
Pero he aquí el gran debate. Si cambiamos el año base de análisis, cambia todo el análisis. Desde el 2020, somos nuevamente una economía saludable. Pero tenemos que considerar también el hecho de que estamos atravesando por una anomalía económica: El shock por la pandemia. Y por más que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) para febrero de 2021 indique +0.16% (INE, 2021), tenemos que ver más allá de un simple número positivo.

Para evitar el «plagio», copiaremos, tal cual, el gráfico del INE. Y ahí, nos tiene que alarmar lo siguiente: La educación y comunicación; dejando de lado la salud, puesto que queremos ahorrarle un dolor de cabeza. Pero los que ahora promueven la inflación «controlada», son divisiones que son de tipo estacionales. Es decir, por la pandemia, aumentaron estos servicios, pero después de eso, quizás sean inciertos. Por ejemplo, en educación, su aumento no solo se explica porque haya nuevos alumnos, sino también, por los que perdieron sus empleos (masivamente) el año anterior, y ahora están capacitándose para mejorar su futuro. Y hablando de la comunicación, bueno, sin internet, tampoco ahora podríamos estar comunicándonos a través de la Llamita financiera.
Entonces, combinando todo, es claro que estamos en una etapa de crisis económica, la cual tampoco podemos desmentir de su existencia. Pero tampoco tenemos que ir a extremos de indicar que tocamos fondo o que nuestro destino es ir a acabar en la calle. Es cierto que modificar el tipo de cambio sería una idea demasiado errónea —por no decir tonta—, pero tampoco sería genial ir por el camino de una devaluación. Puesto que, si esto incrementa la competencia, entonces nuestros vecinos argentinos o venezolanos, estarían regalando acciones y teniendo el mercado más eficiente de la zona.
Por lo tanto, es necesario pensar fuera de nuestra burbuja, y optar por medidas más correctas. Comenzando por despolitizar nuestras políticas económicas, donde el BCB vuelva a recuperar su independencia y ya no tenga que esperar las órdenes de alguien o de los astros, y mucho menos de un partido, cualquiera sea su color; ante todo, velando el interés de la población.
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