¿Y qué hacemos con los niños?
- LaLlamaFinanciera
- 8 jun 2021
- 4 Min. de lectura

Por: María Laura Torrico Ramos
El año 2021 comenzó bajo la promesa de la vacunación masiva contra el coronavirus, llevando una luz de esperanza a todos los países del mundo que iniciaron el año vacunando a su población adulta, sin embargo, después de grandes esfuerzos para llegar a la mayor cantidad de gente en el primer semestre del año, quedaba una cuestionante en el aire ¿Y los niños?
Todas las vacunas contra COVID-19 son producidas para personas a partir de los 18 años, a excepción de la de Pfizer-BioNtech que tiene autorización por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) para cubrir la población entre 12 a 17 años de la misma manera que de grupos de edad superior a estos.
En la mayoría de los países del mundo la población correspondiente a la niñez y la adolescencia es el pilar fundamental y más extenso dentro de la pirámide poblacional, lo cual significaría una población significativa dentro de cada país, para Bolivia la población hasta los 18 años significa aproximadamente más del 35% según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
En este entendido esta población no solo actúa como un determinante el futuro de una nación, sino también determina el presente, ya que, si bien el virus demostró tener una letalidad menor en los niños y adolescentes con respecto a los adultos mayores y a los adultos en general, la exposición de estos a los riesgos sigue de manera latente y podría representar un costo social y de oportunidad elevado para una nación en el mediano-largo plazo.
Con muchos países acercándose a la cobertura del 50% de vacunados de la población objetivo, la cuestionante referente a los niños se hizo relevante para los entes gubernamentales, naciendo debates en conjunto con las empresas de la industria farmacéutica sobre los riesgos del virus sobre esta población, ya que si bien la letalidad es extremadamente baja con relación a los adultos el beneficio de la vacuna no solo es sobre ellos sino el resto de la sociedad, ya estos pueden ser portadores y contagiar a los adultos, de manera que el virus se siga propagando y la letalidad sobre los adultos siga siendo elevada.
Sin embargo, el dilema de la distribución de las vacunas con respecto a esta población recae también en el hecho del Trade off primeramente, entre los niños de los países desarrollados con respecto a la población vulnerable de adultos mayores en los países en vías de desarrollo que aun no recibieron la primera dosis de alguna vacuna.
Para contextualizar, en Estados Unidos se tiene alrededor de 74 millones de niños menores de 18 años, esto significaría aproximadamente 150 millones de dosis adicionales a las ya administradas, mientras que actualmente el continente africano ha recibido solamente 32 millones de dosis para 1200 millones de personas en los 54 países; Cabe recalcar que para dicho continente la media de edad es 19 años, en este sentido millones de jóvenes tendrían que ser inmunizados para que África pueda llegar a un 60% de la población en orden de alcanzar la «inmunidad de rebaño».
En este sentido la distribución de vacunas de las farmacéuticas podría jugar un rol crucial, a partir de lo cual, se empezó una “carrera” hacia el desarrollo de vacunas que fuesen aptas para niños menores de 12 años para el caso de la alianza Pfizer-BioNtech, y menores de 18 años para farmacéuticas como Moderna, Johnson & Johnson y Oxford-AstraZeneca, estudios de dichas empresas siguen un sistema de “dosis escalonadas” la cual provee pequeñas cantidades inicialmente las cuales se incrementan después, el caso de los ensayos clínicos de Pfizer que primero inyectan 10 mg, que posteriormente son incrementadas a 20mg y 30 mg.
Ahora bien, una serie de estudios son necesarios ya que el sistema inmune de los niños normalmente se encuentra más activo que el de los adultos en este sentido las reacciones a las vacunas son distinto al de un adulto, sin embargo, el costo de oportunidad presente ante la inoculación de los niños no es solo la circulación del virus sino la propagación de nuevas cepas.
Moderna y Oxford-AstraZeneca se encuentran en ensayos clínicos en fase 2 y 3 para con respecto a las vacunas correspondientes a la población menor de 18 años hasta los 6 meses de edad, se espera que se tengan resultados sujetos a evaluación a finales del segundo semestre del año 2021 con respecto a los niños.

Este hecho, además de representar potencialmente un incremento sustancial en las proyecciones de ingresos de la industria farmacéutica para el presente año y para el 2022 como el caso de la farmacéutica Pfizer, la cual incrementó a 1600 millones de euros sobre los actuales contratos del 2020, comprometiendo la producción de 1800 millones de dosis ahora valorados aproximadamente en 12,400 millones de euros, pero esto incluso podría aumentar ya que BioNtech espera incrementar la capacidad de producción a 3000 millones de dosis para este año.
Este incremento en la producción de vacunas podría significar un beneficio económico al extender la cobertura poblacional de los países para este año, incrementando las posibilidades además para países con una población joven, como es el caso africano, de estar más cerca de la tan ansiada inmunidad rebaño, así como estar más cerca de la posibilidad de la inmunización “completa” de países, pero en este caso existe otra externalidad positiva adicional en esta oportunidad, la farmacéutica alemana BioNtech anunció que con estos ingresos planea invertirlos en el desarrollo en de medicamentos contra el cáncer, con 14 productos oncológicos sujetos a ensayo.
Esta carrera de vacunas ahora no solo sería crucial en cuanto a la rapidez de la “vuelta a la normalidad” para proceder con la reactivación económica de los países, sino también un beneficio social a largo plazo que se podría extender a otras áreas que aquejan sociedad con problemas latentes, que se encuentran en stand-by, debido a la pandemia.
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