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¡Ya pues CASE, actualízate!

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    LaLlamaFinanciera
  • 23 ene 2021
  • 3 Min. de lectura

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Por: Miguel Morales Gutierrez


El sector de la gastronomía y la hotelería sufrió, durante este tiempo, más que otros a causa de las medidas de confinamiento. Donde a mediados del anterior año, se registraron aproximadamente 349 000 de desempleados directos y una pérdida que alcanzó los $us 5,7 Millones. Lugares de encuentro con nuestro paladar, cerraban sus puertas de la noche a la mañana, y permitieron que esta cita se postergue hasta que se tuviera una solución.


Sin embargo, hasta la fecha de hoy, aún no la encontramos. Y en muchos departamentos, para apoyar al sector se instauraron reglas de juego. Atenciones con puertas cerradas, reservaciones respetando el distanciamiento social, y el empleo de medidas de bioseguridad. Pero, es interesante, ver que los servicios de pedidos de comida, sea por vía telefónica o aplicaciones, crecieron exponencialmente. Donde el crecimiento de nuevos negocios, y el concepto del delivery se transformó en Bolivia, reportando un uso de este sector del 300% en menos de 6 meses desde su inicio.


Es claro ver desde este punto de vista que a todos les fue genial, claro, si eres una gran empresa o un restaurante con el acceso a este tipo de tecnología. Pero el sector que lo llamaremos de a pie, es el de la casera o el casero. El típico carrito que se parqueaba en las esquinas, y ofrecía una gama de productos de comida callejera típica. De entre ellos mencionamos a los Anticuchos, trancapechos, tripitas, salchis, hamburguesa con o sin papa, y otros. Y este sector sin conocimiento alguno de marketing, fue el mayor perdedor de la historia.


A pesar que existen negocios “tradicionales” que ofrecen estos servicios, creo en lo personal, que se nos quitó de las manos el gusto de estar parados frente al calor de las brasas y poder tener un toque de la cultura callejera. Y es increíble ahora observar cómo este sector, mayormente por necesidad, volvió a conquistar las calles. Obviamente con un precario sistema de bioseguridad, pero la gente se arriesga por esos segundos de placer a un buen precio. Otros optaron de llamar a un taxi conocido, y decirle: de tal casera me lo traes, rapidito porfa!.


Pero el negocio que usualmente movía alrededor de $us 280 millones en mitad de un año, ahora no puede ni siquiera soñar nuevamente con esa cifra. Puesto que los proveedores, la competencia y otros, aumentaron drásticamente. En un estudio reciente, la mayoría de personas que perdió su empleo el año anterior, ahora se dedica a vender comida en las calles o en su entorno. Y el precio al consumidor, ni siquiera resulta para cubrir los costos. De ahí que muchos ahora prefieren hacer esto desde sus propias cocinas, o al lado del cuarto de la tía Mirtha. Si hay alguien que aguante el olor, que sea ella.


Pero con esto finalizó, porque al perder esta parte de la cultura callejera, estamos perdiendo una parte de nuestra identidad, de nuestros recuerdos, y del cómo somos. Pero, es inevitable esta pérdida, donde el folklore y sabores de la calle van de poco a poco pintándose de colores grises. Y quizás es una etapa de cambio a una nueva era, pero a veces es bueno recordar el buen tiempo de decir: CASE! Ponle pues más picantito o me pongo yo?


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